Edmundo Meouchi en su libro Vivir en el Tiempo expresa su pensar sobre el deporte.
DEPORTE
(20 de enero de 1970).
Si bien es cierto que la
imprudencia culpable de la policía limeña, en relación con los trágicos sucesos
acontecidos en el Estadio Nacional dela capital peruana, debe ser subrayada
vigorosamente, justo es también, y necesario, eludir a la disparatada tendencia
del espectador iberoamericano a convertir las justas deportivas en duelos
locales, regionales o internacionales, que comprometen el honor, la dignidad,
el prestigio y el pudor de contendientes y aficionados.
...Salvo unos cuantos críticos
especializados que aceptan la responsabilidad de orientar a los espectadores
sobre lo que vale y no en el deporte, sobre la verdad y la mentira de ídolos y
portentos, la gran mayoría se abandona al doble juego de engañar y engañarse
con la invención de falsos prestigios o de hallazgos deportivos sensacionales.
Demagogos consumados, en su gran mayoría, durante los torneos internacionales
se dedican empeñosamente a la tarea de sublimar los defectos e insuficiencias
de los atletas nacionales, a disminuir en cambio, los méritos de sus
contrarios. Para halagar al pueblo, en la derrota, le atribuyen a los jueces y
al árbitro criminales y pérfidas intenciones; en la victoria, las más bellas
virtudes ...y así, bajo la extraña dirección de tales cronistas y críticos
especializados, el espectador iberoamericano imagina que en los estadios, en
las canchas y en los ruedos va a medirse necesariamente la gloria y la grandeza
de la patria misma, pues esos atletas son la reencarnación de los grandes
héroes de la historia nacional, los testigos calificados de nuestra fuerza y de
nuestro genio ...de nuestro presente y de nuestro futuro.
Por ello, cuando un árbitro
comete un error o impone su criterio, el público, llevado por un camorrista
profesional o un enfermo, se conduce Como quien ve profanada la tumba de sus
mayores, como quien se dispone a lavar el honor de su madre muerta, como quien
ve destrozado y pisoteado el lábaro patrio.
(28 de mayo de
1964).
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Edmundo Meouchi, Diversos deportes del mundo |
Desde la etapa heroica del
boxeo, que cubrieron con su nombre y Prestigio los Sullivan, Corbett y Fitzsirnmons,
hasta la pelea que sostuvieron Saldívar y Ultiminio Ramos, ¿qué no se ha dicho y
qué no se ha hecho para impedir que se siga practicando el pugilismo en los
países civilizados?
Hasta ahora, que nosotros sepamos, no hay
teólogo o moralista dispuesto a probar que el boxeo, cuando se ejercita como es
debido y bajo la dirección de técnicos capaces y honestos, constituye un
deporte condenable o inmoral. Sus enemigos incurren en el mismo error de los marxistas
que reniegan del capitalismo, sus ventajas y realizaciones, Porque hay
capitalistas prepotentes y perversos. Las campañas que se emprenden contra los
aventureros y explotadores que denigran el boxeo nos parecen justas y
necesarias, pero resultan intolerables cuando se orientan hacia la expresión
definitiva o prohibición del deporte mismo y del espectáculo, que son, entre
otras Cosas, como los caminos de gloria y fama para la gente humilde y bien
dotada, como el ciclismo y el toreo.
(1 de octubre de
1964).
Lo criticable y condenable
está en tomar las cosas a la tremenda, en suponer que el prestigio de nuestro
país y la medida de nuestra grandeza y de nuestro futuro van prendidos en las
botas de los deportistas y competidores.
Los triunfos de éstos deben
alegrarnos, ya que hoy por hoy son el resultado final de una admirable
dedicación y de una rigurosa disciplina, y no de la buena voluntad y el
entusiasmo primario.
Sus fracasos, en cambio no
representan en absoluto una derrota colosal, un atentado al orgullo nacional y
una ofensa imperdonable a los próceres y constructores de la patria.
(15 de julio de 1966).
De todos es sabido que varios Juegos Olímpicos, por no decir la han sido
utilizados también por las grandes potencias para exhibir la bondad y la
eficacia de sus sistemas políticos, y para deslumbrar y disminuir a los países
materialmente menos favorecidos con el efecto desmoralizador y contraproducente
que ello supone para la paz mundial. Unas más, otras menos, casi todas las
Olimpiadas del pasado se nos aparecen como muestrarios imponentes de fobias y
vanidades, como preludios o prolongaciones de guerras y conflictos internacionales.
La. que México organiza, por lo contrario, se propone operar como
aglutinamiento de pueblos, como una justa donde brille, con la fuerza muscular
y la agilidad física, el imperio del espíritu y la cultura.
(5 de diciembre de
1967).
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Edmundo
Meouchi, Juegos Olimpicos de México, 1968 |
El deporte, al fin y al cabo,
es escuela de honradez, virilidad y ciudadanía; de lo contrario, sólo forja
necios o energúmenos.
(2 de julio de
1968).
...Decidámonos a perder o
ganar en canchas, cuadriláteros y campos deportivos, en general, sin necesidad
de banderas, escudos e himnos nacionales...
(21 de octubre de
1969).
Vivir
en el Tiempo
Ideas,
Opiniones y Reflexiones (pág. 68-70).
Dr.
Edmundo Meouchi Meouchi