"Ser fiel
a los principios y a los valores" es, quizá hoy más que en otros tiempos,
un paradigma que debe ser imitado; Edmundo
MeouchiMeouchi fue el hombre y el maestro que, a todos los que le conocimos
y le quisimos, nos legó esa formidable herencia. Hoy vivimos un momento
histórico que se puede identificar con el concepto de la transición, lo que
significa, literalmente pasar de un modo de ser o de estar a otro
distinto".
Este pasar o transcurrir de una época a otra, de un modo a otro, de un sistema a otro, requiere de figuras que sirviendo de modelo nos permitan tener las referencias necesarias para llegar, en medio de las turbulencias y los titubeos de la transición, a un puerto seguro para comprender y asimilar el nova et vetera, lo nuevo y lo permanente, lo accidental nuevo y lo esencial perenne.
En el ámbito de su familia, en el de sus discípulos en la escuela y en el de sus amigos en las instituciones empresariales en las que sirvió, logró forjar una realidad humana de firmeza poco común.
¡Fiel a los principios y a los valores!
En una primera
fase se es fiel, cuando se gasta la vida en una sincera y permanente indagación
de la voluntad de Dios con respecto a sus criaturas. Recuerdo en forma
edificante cuántas veces, ante las preguntas que le hice, me hacía referencia
al "discernimiento ignaciano" para encontrar la solución o la
respuesta en la conclusión sosegada del espíritu.
En una segunda fase, esto implicaba admitir en el corazón que esa, y no otra, era la señal, aunque se desconociera en la razón el mecanismo y la operación espiritual de cómo es que aquello había Ocurrido, logrando aceptar lo que conlleva el profundo misterio de la fidelidad cuando hay una ardiente, paciente y generosa indagación.
La indagación y la admisión entrañaban después, como tercera fase, la conexión o coherencia entre los principios descubiertos en la inteligencia del corazón o de la mente con los valores encarnados en la voluntad.
Edmundo de Meouchi, Madrid abril 9 de 1946 |
Los valores,
en su forma más sencilla, se explican cómo los conceptos que expresan las
virtudes o, dicho de otra manera, las virtudes como la encarnación de los
valores.
Edmundo Meouchi Meouchi fue un hombre fiel, porque fue un hombre coherente. Decía lo que
pensaba y actuaba como pensaba. Vivía como pensaba, vivía como creía. Escribía
como pensaba, escribía como creía.
Estas
breves notas, que no por breves parecieran insuficientes, nos muestran cómo se
pasa de la indagación a la admisión, y de ahí a la coherencia que perdura en el
tiempo y, por lo mismo, se consolida en la fidelidad. Estos pocos, pero enormes
rasgos, fueron encarnados
por Edmundo Meouchi Meouchi como un
modelo precursor de lo que hoy el Papa Juan Pablo II llama "la nueva
evangelización", consistente en encarnar la fe en la conciencia y en la
vida social".
La fidelidad a
los principios fueron la expresión transparente de su conciencia; la fidelidad
a los valores tuvieron eco en el amor de su esposa y tienen como testigos a sus
herederos: sus hijos y sus amigos.
Edmundo de Meouchi y su prometida |
Acontecimiento
privilegiado que, además, indica cómo es que, en la familia, como base de la
vida social, y en la escuela y las instituciones y gremios empresariales donde
se ofrendó, como hombre que entendió que así se servía al prójimo, nos dejó la
muestra más palpable de que siempre vale la pena ser fiel, para servir como
eslabón humano, en el gran prodigio de aceptar voluntariamente incorporarse a
la historia de la salvación. Edmundo
Meouchi Meouchi, hombre, mexicano, esposo, padre y maestro, siempre fiel!
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